El Viernes ultimo arrancó un nuevo torneo del futbol argentino. Hoy Domingo, ya de madruga, los Quemeros esperamos ansiosos el advenimiento de una nueva ilusion. Por que al fin y al cabo, cada campeonato que comienza se trata de eso. Una ilusion que nace chiquita y que algunas veces nos sorprende y se agranda, tanto que en algunos casos es capaz de cambiarnos la vida. Aquel Viernes por la noche de comienzos del 2009 ante San Martin de Tucuman no era conciente de lo que estaba por venir. Tampoco lo fuí despues y tampoco creo serlo ahora. Pero todo lo que pasó me dejó una enseñanza: lo increible y maravilloso puede comenzar en cualquier momento. Asi que bueno, aqui estamos nuevamente...
Les dejo un post de Norberto "El Ruso" Verea, extraido de su Blog Personal "Futbol Ruso" del diario deportivo Olé de Argentina, relacionado al comienzo de este campeonato:
Uno Mas
Desde el próximo viernes, y a lo largo del fin de semana, se jugará la primera fecha de un nuevo torneo Clausura de Primera División; campeonato quizás eclipsado por el entusiasmo que provoca el inminente mundial Sudáfrica 2010 pero que, de todos modos, genera en cada uno de nosotros diferentes expectativas: desde el ansiado -por la mayoría de los simpatizantes- logro del título hasta aquellos -más realistas y menos ambiciosos- que se contentan con realizar sólo una buena campaña en pos de clasificar para alguna copa o alejarse de la zona de promoción y descenso. Otros tantos -me incluyo- desean además vivir esta pasión como un espectáculo y poder gozar del despliegue de un juego atractivo, descubrir promesas surgidas de las inferiores, presenciar arbitrajes eficientes, disfrutar del fair play, olvidar las fricciones y observar un buen comportamiento dentro y fuera de los estadios. Pensarán que pecamos de ingenuos pues se conoce de antemano que lo anhelado -que debería ser lo corriente- está bastante alejado de lo que habitualmente nos muestran las competencias locales.
Distantes y olvidados han quedado aquellos veranos en que el libro de pases ofrecía grandes transferencias, condimentadas con rimbombantes primeras planas donde la figura de turno lucía sonriente la flamante casaca. Hoy esto ya no se ve; salvo casos muy puntuales -y discutibles- creo que ningún equipo se reforzó en un gran nivel de jerarquía (guardando el debido respeto por buenos jugadores como Hauche, Bieler, Licht, Méndez, Díaz o Gracián)
¿Motivos? Varios. Una economía -comparada en planos internacionales- menesterosa, clubes endeudados en cifras increíbles, la ausencia
-aunque duela reconocerlo- de futbolistas de categoría en el ámbito local pues la mayoría de ellos juega en el exterior y una AFA que está más preocupada en dejar prolijamente armado el pase a quiénes se harán cargo de la futura administración para poder mantener así su idónea línea de conducción que en mejorar un presente que hace agua por distintos frentes. Pero el bombardeo mediático y las pasionales charlas de bares dejaron de lado dichos temas y felizmente se ocuparon, en estas últimas semanas, del affaire Portell & Silva, de que los denominados grandes tienen por fin amplias posibilidades de llevarse el título por no jugar las Copas, de que los chicos Villalba (17) y Funes Mori (18) fueron los "killers" de la novela negra "Boca" y también... del clima, no sea cosa que las condiciones atmosféricas embarren un campeonato que hay que tener despachado rapidito antes de que comience a rodar la pelota en Johannesburgo.
Entonces me pregunto: ¿Realmente cuál es el verdadero sueño que habita en cada hincha? Porque detrás de la indolencia ante las torpezas organizativas, el frecuente “sólo me importa salir campeón, sea como sea” y la alegría tonta, efímera, de humillar con bromas vulgares
-sumado ahora la patética moda de los carteles- al clásico rival, acecha la densa sombra de clubes asolados, sin canteras valiosas, con poca o nula de aquella contención social que otrora los hizo importantes y ahora proclives -diría casi al dente- a ser conducidos por dirigentes ineptos y/o inescrupulosos.
Es hora de reflexionar. Ya he manifestado en repetidas oportunidades que si pretendemos cambios sustanciales debemos ser conscientes de que también depende del aporte de todos nosotros.
